Nada sirve. El microondas es lento, el agua quema, la sal se riega, todo se cae. Las piernas duelen, el cerebro no piensa, la impresora no imprime, la lengua se enreda.
9/20/2004
9/15/2004
Ansiedad
La ansiedad es terriblemente ambigua. No sabemos si lo que queremos es sexo, un golpe, tal vez algo doloroso, como arrancarnos los dientes. No sabemos si es un presentimiento o un simple invento nuestro. No sabemos que hacer, no nos sentimos seguros. Envidiamos y luego vomitamos sobre lo envidiado. Luego queremos otra cosa. Pero volvemos a lo mismo. La ansiedad es un cagada perdida de tiempo. La muy maldita.
9/12/2004
Felicidad
Cuando la felicidad ha estado demasiado tiempo ausente, es tan fácil de reconocer como el mismo sol.
9/01/2004
Romaní
Entran las trompetas por mis orejas, se funden dentro y caen hasta mis pies. El calor me hace brincar, mover las caderas y hasta cantar en Yugoslavo. Consecuencias de oir a Goran Bregovic hasta el cansacio. Como hay de cosas en las que son inecesarias las palabras, en la que se captura el lenguaje universal de la raíz de donde brotó el todo. Duende, como se le llama. Llama romaní.
El rencoroso olvido
El olvido es un fuego flojo. Medio duele, medio no. Es aburrido, es fuerte y a veces increíblemente insoportable. Desearíamos no tener nada que olvidar, jamás haber encontrado esto o aquello, no sentir nostalgia o culpabilidad al toparnos con las cosas, malditos recordatorios de la nada. Hay unos que se niegan a olvidar, insisten entusiastamente hasta, quien sabe cuando.
Uno olvida siempre. Hasta esas cualidades que creemos innatas desaparecen, cada día la estupidez, la cotidianidad, la degradación se apoyan más profundo en nuestro hombro y, efectivamente, pesan más hasta hacerse insoportables. Pero el tiempo es como el polvo con las cosas, las destruye pacientemente, hasta dejarlas inútiles. Y éste no olvida su promesa de justicia e igualdad con todo y con todos, nos olvidarán, olvidaremos y vendrá la muerte, sinónimo del olvido.
Uno olvida siempre. Hasta esas cualidades que creemos innatas desaparecen, cada día la estupidez, la cotidianidad, la degradación se apoyan más profundo en nuestro hombro y, efectivamente, pesan más hasta hacerse insoportables. Pero el tiempo es como el polvo con las cosas, las destruye pacientemente, hasta dejarlas inútiles. Y éste no olvida su promesa de justicia e igualdad con todo y con todos, nos olvidarán, olvidaremos y vendrá la muerte, sinónimo del olvido.
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