12/18/2011
Ese momento cuando, como Jeanne en El último tango de París, uno está dispuesto a cambiar todo lo falso de la vida por dos horas de realidad. Dos horas crudas, despiadadas, implacables y sadomasoquistas a cambio de días en los que el único sentimiento es el alivio de ver en el horizonte el bus que me lleva a casa.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario