El camino lo hacen alegres piedras regadas.
(No me dijiste nada pero me miraste.)
Frías y arenosas, como recordando el río.
(No me dijiste nada pero me mataste.)
Te encontré dorado y me fascinaste.
(Quise tenerte para siempre.)
Una lucidez me obligó a entender
que debía quererte libre.
Una sangre espumosa y pequeña
dibuja pecas en las lisas piedras.
Deberíamos lamer la sangre y la arena.
(Un pájaro urga nuestro destino maldito.)
Con la lengua te dibujo
un anillo en el ombligo
y se quedan ahí mis buenas y
mis malas intenciones contigo.
11/26/2007
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